ESCRITOS DE SAN JOSÉ CALASANZ

Cartas copiadas del libro ¨Cartas selectas de S. José de Calasanz¨ de los PP. Severino Giner, Ángel Rodenas, Miguel Angel Asiain, Jesús María Lecesa, Luis María Bandrés (pepd) para, en agradecimiento a sus esfuerzos por acercarnos a S. José Calasanz, continuar acercándolo.

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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

martes, julio 04, 2006

Roma, 24 de junio de 1616.

San José Calasanz
al P. alejandro bernardini
'. Lucca.
(P8)

He recibido grandísimo consuelo con la carta de V. P. Rma. del 18 del corriente 2, sabiendo por ella que ha tenido un buen viaje y que ha llegado sano y salvo a Lucca, e igualmente me he enterado de la marcha del H. Juan Pedro 3 a Piacenza, el cual cuanto antes resuelva las cosas del P. Abate 4 tanto más alivio nos dará. Respecto a mi viaje a Frascati, creo que ya sabrá V. P. Rma. que ha sido por orden expresa del Sr. Cardenal Protector nues­tro 5, el cual sabiendo también la voluntad de S. S. 6 acerca de esto, desea que se dé satisfacción a aquella comunidad, si es posible, y me parece muy razo­nable, dado que Nuestro Sr., que es intérprete de la voluntad de Dios, me dijo cuando traté con él de este asunto, que tenía mucho interés en que ayudáramos a la juventud de Frascati, por ser una pequeña Roma por la frecuente presencia de su corte y de muchos cardenales. No obstante, deseo que V. no se tome ninguna molestia, pues yo no pretendo que la Congrega­ción quede obligada en manera alguna a asumir mis propias fatigas, si he de hacer algunas en Frascati, pero deseo dar satisfacción no sólo al Sr. Carde­nal Protector y a dicha comunidad, sino también a Nuestro Sr., que da no pocas muestras de desearlo, sirviéndome de compañeros seglares, como he hecho en Roma por tantos años 7, no dejando, sin embargo, de prestar ayuda, como pueda, a las escuelas de Roma, aunque pueden fácilmente prescindir de mí. Y siendo así que Dios Bendito ha llamado a V. P. Rma. para cabeza de la Congregación de la Madre de Dios, que debe fundar en su Iglesia el nuevo Instituto de las Escuelas Pías 8, sumamente necesario en ella, quisiera que tuviera un corazón muy amplio, a imitación de los antiguos fundadores de nuevos institutos, que en sus principios hicieron con pocos hombres cosas grandes en su servicio, confiados más en la ayuda del cielo que en los consejos humanos. Quiera S. D. M. dar a V. P. Rma. tal espíritu y fuerza, que en pocos años llegue a ser esta Santa Congregación la primera en la viña del Señor y provecho espiritual, lo cual ruego yo diariamente, aunque vilísimo pecador. Finalmente, con toda reverencia le saludo humildemente y lo mismo a todos los demás padres uno por uno.

Roma, 24 de junio de 1616.

NOTAS
  1. 1. Era General de la Congregación de la Madre de Dios, fundada por S. Juan Leonardi. Durante los años 1614-1617 en el difícil negocio de la unión y separación de los luqueses con el Instituto de las Escuelas Pías, procuró conciliar la mente de su Fun­dador con el fin que Calasanz había querido para su Instituto. Esta y todas las cartas que siguen, mientras no se diga lo contrario, están escritas en italiano. Esta carta responde al P. Bernardini (cf. ES, II, p. 258).

  2. 2. El P. Alejandro Bernardini había escrito a Calasanz una carta, con fecha 18 de junio, en la que le manifestaba sus temores de no poder hacerse cargo de la tarea de las Escuelas Pías (cf. EP, II, p. 58).

  3. 3. Juan Pedro Cananea de Santa María de los Angeles, sacerdote de la Congregación Luquesa, que visitó el hábito escolapio el 30 de noviembre de 1617. Emitió los votos solemnes el 6 de abril de 1624. Murió en Frascati el 12 de septiembre de 1625 a los 37 años de edad (cf. ES, II, pp. 260-269).

  4. 4. Glicerio Landriani de Cristo, milanés, pariente de S. Carlos Borromeo, abad comenda­tario de S. Antonio de Piacenza, al llegar a Roma entró en el círculo piadoso del sacerdote español Francisco Méndez, discípulo de S. Juan de Avila (cf. c. 243, nota 3). Al volverse Méndez a España, dejó a sus discípulos encomendados al P. Domingo Ruzola, carmelita descalzo, quien encaminó a Glicerio y a otros cinco compañeros a las Escuelas Pías en 1612. De ellos sólo perseveró Landriani. En aquel mismo año se compró la casa de S. Pantaleón por 10.000 escudos, saliendo fiador Glicerio, según consta por documento notarial. El 25 de marzo de 1617 vistieron la sotana escolapia el Fundador con otros 14 compañeros, quedando Glicerio sin vestir, tal vez porque tenía que arreglar sus asuntos de la Abadía comendataria, y vistió luego de manos del Fundador el 2 de julio de 1617. Se distinguió por sus dotes extraordinarias de cate­quista, por su virtud angelical y por su amor a la «suma pobreza». Murió en el novi­ciado romano de Santa María in Via el 15 de febrero de 1618 en olor de santidad. El Fundador introdujo su causa de Beatificación, en cuyo proceso informativo hizo de testigo. Fue interrumpido a raíz de las disposiciones generales dadas por Urbano VIII respecto a las Causas de Beatificación. En el siglo pasado fue reasumida y en 1931 el papa Pío XI firmó el decreto sobre la heroicidad de las virtudes, y estaba dispuesto a beatificarle con un solo milagro que se hubiera probado. Al hacerle la autopsia, el Fundador mandó que se colocara el corazón en un relicario, y lo guardó por mucho tiempo en su propia habitación. Todavía se conserva esta reliquia insigne (cf. EP, II, p. 61).

  5. 5. Al morir el primer Cardenal Protector de las Escuelas Pías, Ludovico Torres (1609), a petición de Calasanz fue nombrado para continuar el oficio el Cardenal B. Giustiniani en 1613. Y como tal Protector intervino, por iniciativa suya o por la de Calasanz, en la unión de las Escuelas Pías con la Congregación Luquesa (1614). Y ante las dificul­tades experimentadas durante el período de dicha unión, interviene ante Pablo V para que se separen y para que las Escuelas Pías sean elevadas a Congregación de votos simples (1617). El 25 de marzo de 1617, en la capilla de su palacio impuso el nuevo hábito escolapio al Fundador, pagando de su bolsillo los gastos del hábito y de los 14 más que impuso a sus compañeros el Fundador en la capilla de S. Pantaleón el mismo día. En febrero de 1618 murió el Ven. Glicerio Landriani y con dispensa ponti­ficia el Cardenal Giustiniani recibió su profesión religiosa en el lecho de muerte. En marzo, al cumplirse apenas el año de noviciado, el mismo Cardenal consiguió de Pablo V nueva dispensa del segundo año de noviciado para el Fundador y recibió su profesión simple. Por aquellas fechas pidió y obtuvo de Calasanz la fundación de las Escuelas Pías en Narni, ciudad-feudo de Giustiniani, y ante los escrúpulos de Calasanz por la prohibición impuesta por el Papa de fundaciones escolapias más allá de las 20 millas en torno a Roma, el Cardenal obtuvo la relativa dispensa del Papa. A finales de octubre de 1620 el Cardenal Giustiniani mandó a Calasanz que se retirara a Narni para redactar las Constituciones de la Congregación, y allí permaneció ocupado en esa tarea hasta el 17 de febrero de 1621. A mediados del mes de marzo, por manos de Giustiniani, presentó el Fundador al recién elegido Papa Gregorio XV las Constitu­ciones con un memorial en que suplicaba la elevación de las Escuelas Pías a Religión de votos solemnes con palabras algo imprecisas. Fue el último gran servicio hecho por Giustiniani a sus protegidas Escuelas Pías, pues el 27 del mismo mes y año murió, dejándoles un legado de dos mil escudos para sufragar deudas.

  6. 6. Pablo V (1605-1621).

  7. 7. En efecto, cuando Calasanz decidió introducir las Escuelas dentro de la ciudad le siguió un solo compañero: Marco Antonio Arcangeli, de la Doctrina Cristiana. Necesitaba, pues, maestros que le ayudasen. Tuvo que buscarlos y pagarlos de su bolsillo. Calasanz fue elegido naturalmente Superior por sus compañeros y le aclamaron por Prefecto. En 1602 abandona José el palacio Colonna y fija su residencia en el palacio Vestri con sus colaboradores (cf. bau, Rev. Vida, pp. 92-93).

  8. 8. En realidad el Instituto de las Escuelas Pías era obra de Calasanz, como reconoce el breve de Pablo V ¨Inter Pastoralis¨ (14 de enero de 1614), por el que se realizaba la unión de la obra de Calasanz con la Congregación Luquesa. La manera de hablar de José de Calasanz se explica por el deseo que tiene de animar al P. Bcrnardini, para que extienda las Escuelas Pías y dedique sus religiosos a este ministerio, como Superior General que era de ambas Congregaciones unidas.