ESCRITOS DE SAN JOSÉ CALASANZ

Cartas copiadas del libro ¨Cartas selectas de S. José de Calasanz¨ de los PP. Severino Giner, Ángel Rodenas, Miguel Angel Asiain, Jesús María Lecesa, Luis María Bandrés (pepd) para, en agradecimiento a sus esfuerzos por acercarnos a S. José Calasanz, continuar acercándolo.

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lunes, julio 31, 2006

Roma, 24 de diciembre de 1618

AL P. JUAN PEDRO CANANEA.(1) Frascati.
Roma, 24 de diciembre de 1618
S José Calasanz
(P29)


Supongo que por el mal tiempo no habrán salido de ahí los dos jóvenes nuestros con los borriquillos para venirse a Roma. Que vengan cuando pue­dan. Me escribe Marcelo Reale (2) que Mateo Paoletti (3) se arrepiente del error que cometió y que desea volver a esas escuelas e ir ahora al Oratorio. Se le debe recibir con caridad, volviendo siempre bien por mal, y así mismo si otros quieren volver, particularmente al Oratorio, donde se les enseñe el temor de Dios y la devoción a la Sma. Virgen. Por nuestra parte, hagamos el bien que podamos hacer para gloria del Señor y no nos preocupemos si no somos re­compensados ni bien vistos e incluso calumniados, pues todo lo que hacemos, sólo lo hacemos para gloria de S. D. M., que nos ha de juzgar según nuestras obras. Procurad que el Oratorio vaya bien y con devoción y que el P. Gaspar (4) haga alguna exhortación y ya me daréis noticia de lo que ocurra.
El Señor nos bendiga a todos. Amen.

Roma, 24 de diciembre de 1618.

NOTAS

  1. 1.Juan Pedro Cananea de Santa María de los Angeles, sacerdote de la Congregación Luquesa, que visitó el hábito escolapio el 30 de noviembre de 1617. Emitió los votos solemnes el 6 de abril de 1624. Murió en Frascati el 12 de septiembre de 1625 a los 37 años de edad (cf. ES, II, pp. 260-269).

  2. 2.Más tarde interviene en la construcción de la iglesia de nuestro colegio de Frascati, presentando dos proyectos (cf. c. 78).

  3. 3.Se trata sin duda de un alumno de nuestro colegio de Frascati, que parece haber muer­to repentinamente a primeros de abril de 1626, víctima tal vez de accidente (cf. P 406). Es problemático su parentesco con Juan Paoletti, autor de una carta a Calasanz, fechada a 22 de febrero de 1642 en Camaiore, cerca de Luca, relativa a la fundación de las Escuelas Pías en dicho lugar (cf. ES, II, 1576, nota 1).

  4. 4.Gaspar Dragonetti nació en Lentini (Sicilia) hacia el año 1513. Terminados sus estu­dios de humanidades, recibió la tonsura (1533) y un canonicato en la Iglesia de los Santos Alfio, Filadelfio y Girino de su ciudad natal, pero ya desde entonces se dedicó a enseñar artes liberales. Pasó luego a la recién construida ciudad de Carlentini en donde continuó enseñando por muchos años (1553-1570). Hacia 1570 se fue a Roma, tal vez en busca de un beneficio eclesiástico más pingüe y se convirtió en preceptor de hijos de nobles, entre los cuales los sobrinos del Cardenal Prospero Santacroce. Dejan­do la enseñanza privada de nobles, abrió luego escuelas públicas en la misma Roma, cambiando de lugar más de diez veces. A finales de siglo vivió durante unos diez años junto a San Camilo de Lellis, enseñando humanidades a sus clérigos. Pero al decidir el Santo que sus jóvenes religiosos se dedicaran al propio ministerio una vez acabado el noviciado, sin continuar sus estudios, Dragonetti tuvo que dejar su residencia y pedir a Calasanz que le admitiera como maestro en sus escuelas (1603). La extrema pobreza e inseguridad que reinaba en la incipiente Escuela Pía, le hicieron pensar en abando­narla, pero Calasanz le ayudó a superar la crisis y permaneció ya en ella hasta su muerte. En 1616 pasó a la nueva fundación de Frascati, junto con el V. Glicerio Lan-driani. Al crearse la Congregación Paulina (1617), el P. Gaspar no hizo sus votos públicos, aunque tal vez pronunciara privadamente los de castidad, obediencia y en­señanza. No obstante, fue considerado luego oficialmente como miembro de la Escuela Pía, con todos los privilegios y obligaciones (1627). En 1619, siéndole ya difícil man­tener la disciplina y el orden entre los niños por su avanzadísima edad, Calasanz le trasladó a Roma, en donde continuó enseñando latines con tal erudición y fama que Urbano VIII le llamó a su presencia para que diera ante él una clase sobre Virgilio. Fue un hombre afable, sencillo, angelical, devotísimo de la Virgen, de los Santos, espe­cialmente devoto del misterio de Navidad, para cuya veneración había construido un precioso Belén en la Iglesia de San Pantaleón. Lleno de méritos y ejemplar en todas las virtudes murió en 1628 a la increíble edad de ciento quince años. Aunque jurídica­mente nunca fue escolapio, siempre se le consideró como tal y como uno de los más apreciables colaboradores del Fundador (cf. Eph. Cal. 5 [1960] 146-173).