ESCRITOS DE SAN JOSÉ CALASANZ

Cartas copiadas del libro ¨Cartas selectas de S. José de Calasanz¨ de los PP. Severino Giner, Ángel Rodenas, Miguel Angel Asiain, Jesús María Lecesa, Luis María Bandrés (pepd) para, en agradecimiento a sus esfuerzos por acercarnos a S. José Calasanz, continuar acercándolo.

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lunes, octubre 13, 2008

Roma, 14 de agosto de 1624

S. José Calasanz
AL P. JUAN PEDRO CANANEA (1). Narni.
P237

En este último correo he recibido las cartas de los dos últimos, por no haber nadie que se acuerde de ir a recogerlas cada vez. Me alegro mucho que el P. Domingo (2) esté fuera de peligro y sin fiebre. Conviene que tenga ahora más cuidado en la convalecencia para no recaer otra vez, pues sería muy peligroso. Luego, respecto a la instrucción de los novicios, sepa que en Carcare se ha puesto estudio a los que han terminado el primer año bajo la disciplina del H. Juan Francisco de la Anunciación (3) y que sacan mucho provecho, según me escriben, y aquí también, cuando hayan terminado el primer año se les atenderá o en el Colegio Nazareno, que se abrirá pronto (4), o mandando a dos o tres a Nursia bajo la dirección del H. Francisco de la Anunciación y a otros dos o tres en casa, de modo que encomendados al maestro de la escuela primera se dediquen a las letras. Y respecto a seguir adelante nuestra Religión, yo espero que el Espíritu Santo, que inspiró a la Sagrada Congregación de Cardenales para hacerla Religión, dará también fuerza y espíritu a los que con humildad, caridad y paciencia se dediquen a ella.

Respecto al P. Melchor (6), sepa que los trabajos que hace hacer a los clérigos no ocupan más que una hora por la mañana y otra por la tarde, que es lo ordinario en todos los noviciados, y hace trabajar bien a los Hermanos que tienen fuerzas, pero con discreción, y hasta el presente nadie se ha puesto enfermo; el P. Sebastián (7) ha cambiado como de la noche al día y, si permanece un poco de tiempo en el noviciado, se hará apto para el gobierno de cualquier casa, cuando antes sólo Dios sabía si era capaz de gobernarse a sí mismo.

Respecto a la segunda carta, me ha sido también de gran consuelo el saber que el P. Domingo se encuentre bien. Creo que la diligencia de V.R. le habrá ayudado, pero mientras lo necesite no deje de servirle con toda caridad, y si cuando pasen los calores quiere venir aquí me alegraré de ello, si cree que le irá mejor para su salud, pero que no se mueva hasta que no refresque el tiempo, pues sería peligroso venir antes pasando a este aire caliente desde ese fresco. Tenga cuidado también V.R. de los otros indispuestos, para que se le trate a cada uno con la caridad que exija su mal y puedan reponerse pronto y atender al servicio de Dios. Respecto a que vuelva ahí el P. Sebastián, él me ha rogado con mucha instancia que no lo mande porque tal vez teme otra fatiga como la que hizo el año pasado y no tiene ánimos para ello. V.R. súplale el tiempo que esté ahí. Me gustaría también que reduzca a la observancia religiosa a esos dos o tres Hermanos testarudos o de juicio propio, pues antes de que pase mucho tiempo yo procuraré cambiarlos a donde pierdan esos humos y aprendan un poco a conocer la propia miseria.

El Señor nos bendiga a todos. Amen.
Roma, 14 de agosto de 1624.

Notas

1. Juan Pedro Cananea de Santa María de los Ángeles, sacerdote de la Congre-gación Luquesa, que visitó el hábito escolapio el 30 de noviembre de 1617. Emitió los votos solemnes el 6 de abril de 1624. Murió en Frascati el 12 de septiembre de 1625 a los 37 años de edad (cf. ES, II, pp. 260-269).

2. Domingo Pizzardo de la Virgen de la Misericordia, noble genovés, el cual había desempeñado el cargo de Canciller en su ciudad natal, al quedar viudo, entró en las Escuelas Pías juntamente con dos hijos, Octaviano y Tomás. Murió en Carcare el 3 de julio de 1631 víctima de la peste. Fue llamado por Calasanz «mártir de los apestados» por haber sacrificado su vida al servicio de estos enfermos. En esta época ejercía interinamente el cargo de Superior de Narni aunque no había hecho todavía la profesión solemne. Era, sin embargo, sacerdote, pues se había ordenado antes de ingresar en las Escuelas Pías. Su precario estado de salud y el propio descontento al sentirse poco atendido fue la causa de su traslado a Roma, donde profesó de solemnes el 1 de mayo de 1625 (cf. ES, II, 1353-2; M, 128-3).

3. Se llamaba en el siglo Francisco Argomento. Vistió el hábito escolapio el 21 de marzo de 1618. Hizo la profesión solemne en Savona el 25 de marzo de 1624. Murió en Roma el 5 de octubre de 1625 a los 23 años de edad, «religiosis virtutibus celeber ac S. Francisci et Ven. Glycerii apparitionibus» (cf. ES, II, 578-27).

4. Pero no fue así, pues la apertura fue el día primero de enero de 1630 (cf. c. 208, nota 4 y c. 165, nota 6).

5. Cf. supra, nota 3.

6. Melchor de Todos los Santos, en el siglo Melchor Alacchi, que nació en Naro (Sicilia) en 1591. Ya de niño se mostró fervoroso y hábil para el estudio, por lo que su padre le permitió tomar el hábito clerical y recibir las cuatro órdenes menores. Pero no quiso que fuera más adelante y por ello le mandó a estudiar derecho a Catania y allí el 11 de febrero de 1611 sin cumplir aún los 26 años fue declarado doctor. Movido por el deseo de ser sacerdote fue a Roma a finales de 1620 o comienzos de 1621. En la ciudad eterna conoció las Escuelas Pías cuyo hábito vistió el 1 de mayo de 1621. Emitió los Votos simples el 14 de julio de 1622 y poco después fue ordenado sacerdote. Los votos solemnes los emitió el 13 de abril de 1624. Entre los años 1623- 1625 lo encontramos en Roma maestro de novicios, llevándolos con gran celo y austeridad. Pero ya desde estos años comienza a mostrar ciertas rarezas, sea con los novicios como con los superiores. En octubre de 1625 es enviado a Sicilia con la facultad de abrir nuevas casas y de vestir novicios (cf. ES, II, 8-1).

7. Sebastián de San Geminiano, en el siglo Sebastián Montagnani, natural de Módena, vistió en Roma el hábito de las Escuelas Pías, siendo ya sacerdote, el 28 de octubre de 1619 y emitió sus votos solemnes el 2 de julio de 1624. El 24 de julio de 1627 se permitió al P. Alacchi que hiciera una peregrinación a Compostela, junto con el P. Sebastián Montagnani. El 26 de julio habían salido de Roma los peregrinos, pero en Finale enfermó el P. Alacchi. Después de una serie de dilaciones, zarparon finalmente del puerto de Génova, a últimos de octubre del mismo año, y pocos días después llegaron a Barcelona, desde donde se dirigieron a Madrid y a Compostela. A continuación bajaron hasta Lisboa, donde ambos religiosos embarcaron hacia las Indias Orientales, pero a causa de una fuerte tempestad la nave hubo de regresar a puerto. Con este motivo el P. Alacchi regresa a Italia a principios de 1629, pero el P. Montagnani se queda en Zafra (Badajoz). Cuando el P. Alacchi vuelve a España en marzo de 1638 con encargo de fundar las Escuelas Pías, quiso entrar en contacto con el P. Sebastián, que continuaba en Zafra, dedicado al ministerio pastoral en una parroquia. A este objeto le escribe el P. Alacchi desde Guissona, pero no sabemos si el P. Montagnani llegó a responderle. Es posible, sin embargo, que el P. Montagnani escribiera posteriormente al Fundador, dándole noticias de su vida, pues en carta de 13 de agosto de 1639 comunica Calasanz al P. Alacchi que el P. Montagnani «está en Zafra, cerca de Badajoz, en una iglesia muy bien arreglada por él». El Santo aprovecha entonces la oportunidad del viaje a España de un padre basiliano, natural de Zafra, que había estado hospedado unos meses en San Pantaleón, y que acompañaba en el viaje al Nuncio Monseñor Facchinetti, para encargarle comunique de palabra al P. Montagnani la orden del Fundador de dirigirse a Barcelona. No sabemos si el P. Sebastián se trasladó verdaderamente a Barcelona, ni siquiera si recibió el encargo del religioso de San Basilio (cf. ES, II, 870-4).

8. Cf. supra, nota 2.

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