ESCRITOS DE SAN JOSÉ CALASANZ

Cartas copiadas del libro ¨Cartas selectas de S. José de Calasanz¨ de los PP. Severino Giner, Ángel Rodenas, Miguel Angel Asiain, Jesús María Lecesa, Luis María Bandrés (pepd) para, en agradecimiento a sus esfuerzos por acercarnos a S. José Calasanz, continuar acercándolo.

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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

jueves, octubre 22, 2009

Roma, 27 de diciembre de 1625

S. José Calasanz
AL P. MELCHOR ALACCHI. (1) Mesina.
P 380

Hace cuatro días que he recibido dos cartas juntas, una de Reggio del 29 del pasado y la otra de Mesina del 7 del corriente y con ellas el consuelo que puede pensar, sobre todo al decirme que todos están bien. Ha de saber que los Ilmos. Prelados de la Visita de Roma por orden de Su Santidad (2) han venido a visitarnos, pensando tal vez en encontrar algún desorden o poca unión y visto todo con detalle y examinados todos por separado, quedaron de tal manera satisfechos, que uno de ellos dijo: “Felices vosotros si conseguís el don de la perseverancia”. Y hablando yo de ello con Monseñor Séneca, (3) que es el más práctico de todos y que fue Vicario General de San Borromeo, me dijo que estima a nuestro Instituto como de los más necesarios que haya en la república cristiana, y quiere conseguir de Nuestro Señor que lo confirme con una amplia Bula de aprobación. Y entre los varios puntos por los que piensa que nuestro Instituto se pueda relajar, uno es el admitir demasiadas fundaciones, pues para atender a todas tendríamos que servirnos de sujetos todavía no aptos para ser maestros. Y luego me dijo que sin licencia de ellos no admitamos nuevas fundaciones, sino que procuremos formar buenos sujetos, pues entonces, con gusto y satisfacción del Papa, nos podremos extender. Me indicó además otras cosas por las que le parece que se podría relajar, y me dijo que le indicara yo otras si las sabía, y que él haría que todas ellas se contuvieran en dicha Bula y yo le indiqué cinco que le agradaron mucho. De modo que pueda dar a esos señores buenas esperanzas de que antes de que pasen muchos meses les podremos servir con mayor perfección de la que les podríamos servir si les sirviéramos en seguida, pues una vez que hayan hecho la profesión algunos sujetos tendremos más fácilmente el consentimiento de dichos señores visitadores y de Nuestro Señor. Hasta ahora no nos los han hecho ver, pero esperamos de un día para otro los decretos respecto a la iglesia y al cambio de capillas. Así que por ahora no nos es posible mandarles gente para abrir nuevas escuelas. Es muy cierto que me agrada indeciblemente el introducir nuestro Instituto en esa ciudad por tener puerto y ser tan universal. Y espero que V. mismo pueda volver el verano próximo o en otoño y por estar en medio del invierno le tengo mucha compasión, pues estoy persuadido que no podrán volver hasta principios de marzo, que para mí es un tiempo tan largo que me causa mucha aflicción. Deseo saber quién se fue en Nápoles y quién tuvo la suerte de entrar en su lugar, y si ha sucedido algo más en esta materia.

Ya sabrá que la semana pasada pasó a mejor vida Monseñor D’Alessano, (4) nuestro singular bienhechor, estando después de comer durmiendo en su silla junto a la mesita en donde había comido, y pensando los criados que dormía no se atrevieron a despertarle hasta las 22 cuando llegó el Sr. Reginaldo (5)de las cuatro iglesias (6) y queriéndolo despertar lo encontró muerto. Ha dejado en su testamento los bienes muebles de casa para nosotros, y me parece que no valdrán todos juntos cien escudos, pero la biblioteca, que también es para nosotros, vale un poco más. Deja dos mil escudos para comprar en el Borgo una casa en la que se hagan las Escuelas Pías por nosotros, tal como las hacemos al presente en casa de alquiler, y en caso de que no las queramos hacer, la casa quedaría para la Cofradía de Santa Catalina de San Pedro. Igualmente deja ocho mil escudos para nuestro noviciado para gastarlos según nuestro beneplácito, pero con la misma condición en caso de que no sirva para noviciado. Ahora estamos esperando a ver si los gobernadores de dicha Cofradía quieren aceptar dicha herencia o no.

Hace cuatro días que murió D. Santi Orlando, secretario del Sr. Cardenal Lante, (7) y en su testamento deja herederos a partes iguales la Cofradía de las Llagas (8) y nuestras Escuelas Pías, y su herencia llega a 22.000 escudos, todos ellos en acciones bancarias. (9) Así que con la ayuda del Señor podremos saldar las deudas y adquirir una casa mayor y más cómoda para construir el noviciado y huerto a nuestro modo, pero estas cosas le corresponden a V. R., sobre todo el noviciado, pues el P. Pedro (10) no sabe estar sin salir muchas veces, y le creo más apto para tratar con cardenales y Prelados que para dicho oficio, a no ser que sea reclamado de parte del emperador (11) en la primavera próxima para Viena, hacia donde creo que irá entonces el Cardenal Clessel, (12) tan amable con nosotros, que quiere llevarse consigo nuestro Instituto, como me dijo la última vez que hablé con él. Así que estoy esperando y haciendo oración continuamente por el retorno de todos juntos y de algún sujeto bueno. Siento que dure todavía la peste por su pueblo, pues hubiera sido ele consuelo a todos los parientes y sobre todo al Sr. Antonio Bandino el ver el modo de vivir que llevan nuestros religiosos. Pero como todas las cosas están gobernadas por Dios con suma providencia y son entendidas por pocos, es necesario pasar por ellas por la fuerza o por amor. Pero es mejor estar siempre dispuestos y tomar de la mano del Señor cuanto nos suceda, como lo mejor ordenado para nuestro bien. Saludo a todos uno por uno y les ruego la bendición del Señor siempre. Roma, 27 de diciembre de 1625.

Notas

1. Melchor de Todos los Santos, en el siglo Melchor Alacchi, que nació en Naro (Sicilia) en 1591. Ya de niño se mostró fervoroso y hábil para el estudio, por lo que su padre le permitió tomar el hábito clerical y recibir las cuatro órdenes menores. Pero no quiso que fuera más adelante y por ello le mandó a estudiar derecho a Catania y allí el 11 de febrero de 1611 sin cumplir aún los 26 años fue declarado doctor. Movido por el deseo de ser sacerdote fue a Roma a finales de 1620 o comienzos de 1621. En la ciudad eterna conoció las Escuelas Pías cuyo hábito vistió el 1 de mayo de 1621. Emitió los Votos simples el 14 de julio de 1622 y poco después fue ordenado sacerdote. Los votos solemnes los emitió el 13 de abril de 1624. Entre los años 1623- 1625 lo encontramos en Roma maestro de novicios, llevándolos con gran celo y austeridad. Pero ya desde estos años comienza a mostrar ciertas rarezas, sea con los novicios como con los superiores. En octubre de 1625 es enviado a Sicilia con la facultad de abrir nuevas casas y de vestir novicios (cf. ES, II, 8-1). Enviado por Calasanz a Sicilia se pone en camino con el P. Ansaldo Lenzi de la Visitación y diez novicios; es recibido amigablemente en Nápoles por el Marqués de Belmonte, D. Carlos Tapia. Ambos piensan en introducir las Escuelas Pías en Nápoles, pero tienen que dejarlo debido a la oposición manifiesta del Cardenal Dedo Caraffa, Arzobispo de aquella ciudad. Se pone en camino hacia Messina e, impedido de llegar a Palermo por la peste que hay, trata de fundar en Messina una casa en contra de la oposición de los Jesuitas y Mendicantes; tiene que desistir de su empresa y dejando en casa de D. Andrés Patri al P. Ansaldo de la Visitación y a siete novicios, vuelve con los tres restantes a Nápoles (cf. ES, II, 8-1).

2. Urbano VIII (1623 - 1644).

3. Monseñor Séneca fue uno de los tres prelados de la Visita Apostólica de 1625, ordenada por Urbano VIII en la Constitución «Militantem Ecclesiam», de 27 de marzo de 1624. En realidad la visita de San Pantaleón no se hizo hasta el 27 de octubre de 1625, y de los seis prelados nombrados sólo asistieron tres, de los cuales destaca Calasanz a Monseñor Séneca como «el más práctico de todos» (c. 72).

La Visita Apostólica a nuestra iglesia y casa de San Pantaleón tuvo lugar el 27 de octubre de 1625. Su motivación fue normal, pues Urbano VIII había ordenado que se visitaran todas las iglesias, monasterios y lugares piadosos de Roma. No obstante, el P. Ottonelli, Asistente General, había mandado al Papa un memorial pidiendo una visita secreta a las Escuelas Pías y una relación a Monseñor Séneca, que había de realizarla. Las quejas de Ottonelli se referían a la falta de observancia de la pobreza y al hecho de que Calasanz hubiera aceptado la dirección de Seminarios y el régimen del futuro Colegio Nazareno. Pero lo más grave era decir que Calasanz gobernaba la Orden de manera absoluta, marginando a los Asistentes, y dejándose aconsejar por otros religiosos excéntricos, como el P. Alacchi. La Visita se realizó con aparente normalidad y de ella quedó bien impresionado el Fundador. Pero el informe final no fue tan optimista. Los puntos fueron 17 en total, de los cuales diez se referían a menudencias de la iglesia de San Pantaleón y los siete restantes a cuestiones referentes al Instituto, dando prescripciones sobre los estudios dentro de la Orden (11-12); la selección de los novicios (13); la dedicación primordial a los niños pobres, dejando estudios superiores (14); prohibición de nuevas fundaciones fuera de Roma (15); admisión de niños pequeños y cuidado de los enfermos (16); celebración de Congregaciones Generales en los tiempos establecidos (17). Las quejas de Ottonelli y las prescripciones de esta Visita tenían ciertamente fundamento en la realidad, y si no tuvieron gran repercusión inmediata, su influjo se hizo sentir más tarde en la otra aciaga Visita Apostólica de Pietrasanta. En general, los historiadores han juzgado con excesivo optimismo el resultado de esta Visita de 1625 (cf. SÁNTHA, ‘Ensayos críticos’, pp. 87-98).


4. Las Escuelas Pías se establecieron en el barrio romano del Borgo bajo los auspicios de D. Sextilio Mazzucca, Obispo de Alessano y Canónigo de San Pedro, el año 1619. La primera sede estuvo en el palacio del Santo Angel ad Scalas, cerca de la actual iglesia de San Miguel. Más tarde pasaron por otras partes del Borgo, hasta que, finalmente, el año 1636 se establecieron en el actual callejón del Hospital, llamado en otro tiempo de las Escuelas Pías. El año 1657 nos fue cedida para mero uso la iglesia de San Lorenzo in Piscibus, no lejos de las Escuelas; pero poco después, por disposición del patrono, fue cedida del todo a la Orden de las Escuelas Pías. Allí se trasladaron entonces las Escuelas y el Noviciado, por lo que la casa recibió el nombre de San Lorenzo in Piscibus, y ha servido de Noviciado de la Provincia Romana hasta la segunda guerra mundial.

5. Debe tratarse del seglar que vivió alojado por un tiempo en San Pantaleón (cf. cc. 94 y 99), y que es probable sea el mismo Sr. Reginaldo de Todi, del que habla Calasanz en varias cartas durante los años 1629 y 1630.

6. Son las cuatro Basílicas Mayores de Roma, que debían visitarse para lucrar la indulgencia plenaria del Año Santo.

7. Marcelo Lante della Royere (cf. Híer. Cath, IV, 10, n. 8).

8. La Cofradía de las Llagas fue fundada el año 1594 y alcanzó pronto gran fama, como «scuola dí mortificazione», según se expresa el P. Caputi. De sus estatutos deducimos que esta Archicofradía se distinguía de otras por la mayor abundancia de rezos que imponía, práctica sacramental, ayunos, asistencia a procesiones, etc. Lo más interesante para nosotros es que José de Calasanz perteneció a esta cofradía desde el 18 de julio de 1599 hasta que se entregó a la Obra de las Escuelas Pías. Que Calasanz perteneciera a dicha piadosa asociación, nos consta por documento notarial existente en el Archivo General y que puede verse asimismo en el Archivo de la Archicofradía (cf. A. GARCÍA-DURÁN, ‘Itinerario espiritual’, pp. 82-84; BAU, ‘Biog. Crít’., pp. 248 s).

9. El asunto de esta herencia no parece haberse resuelto tan fácilmente, porque todavía habla de él Calasanz en cartas del 29 de octubre de 1626 (c. 94) y del 10 de abril de 1627 (c. 116).

10. Pedro Casani (cf. c. 14, nota 6).

11. Fernando II (1619-1637).

12. Melchor Klesl, Cardenal Arzobispo de Viena (cf. Hier. Cath, IV, 368).

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