ESCRITOS DE SAN JOSÉ CALASANZ

Cartas copiadas del libro ¨Cartas selectas de S. José de Calasanz¨ de los PP. Severino Giner, Ángel Rodenas, Miguel Angel Asiain, Jesús María Lecesa, Luis María Bandrés (pepd) para, en agradecimiento a sus esfuerzos por acercarnos a S. José Calasanz, continuar acercándolo.

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Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

sábado, junio 13, 2009

Roma, 31 de octubre de 1625

S. José Calasanz
AL P. JUAN GARCÍA (1) Frascati.
P349

He visto lo que me escribe y sé muy bien cuán obligados estamos todos con el Sr. Vicario, al cual, no pudiendo nosotros darle satisfacción con cosas temporales, es necesario que con oraciones y méritos espirituales correspondamos todos, como se ha hecho y se hará en el futuro con toda diligencia. Salúdele y preséntele mis respetos. He hablado con Monseñor Séneca (2) después de la visita, de la que no sólo dicho Monseñor sino también todos los demás quedaron satisfechos, pues no encontraron ni división ni perturbación alguna en el examen de todos, porque todos, muy de acuerdo sin haber sido advertidos, tienen muchos deseos de servir al Señor, y no hay en la Religión nada que tuviera necesidad de remedio, a no ser uno que dijo que los cuartos eran muy estrechos e incómodos y otro que llovía en muchos sitios de la casa, respondiendo con sencillez al creer que preguntaban sobre cosas materiales. Dicho Monseñor Séneca me dijo que nuestro Instituto no puede estar mejor de lo que está y que es necesario que se observe en él gran pobreza y que los vestidos sean bastos y que se atienda a los niños pequeños y de ninguna manera a sermones y confesiones, como hacen otras Religiones, y que quiere que ambos hablemos otras veces para ver todos los inconvenientes que pudieran perturbar en el futuro la obra, para que en ocasión de esta visita se confirme nuestro Instituto con una Bula apostólica. (3) El P. Pedro (4) con los novicios hacen oración, habiendo expuesto el Smo. Sacramento en el noviciado, de modo que esperamos que las cosas resulten todas a mayor gloria del Señor, el cual nos bendiga siempre a todos.

Roma, 21 de octubre de 1625.

Notas


1. Juan de Jesús María, en el siglo Juan García de Castillo, nacido en Lugar del Soto (Segovia), se unió a las Escuelas Pías de San Pantaleón en abril de 1611 e hizo allí de maestro, confesor y ecónomo. En 1617 recibe el hábito de manos de Calasanz pero sin que tenga valor jurídico, ya que el P. Castilla no se encontraba preparado para dejar algunos beneficios eclesiásticos que poseía en España. Estando en semejante situación, pese a todo, llegó a ser durante algún tiempo Superior de Frascati desde 1626 a 1631. Por fin, el 12 cíe diciembre de 1631 ingresa oficialmente en el noviciado y el 12 de enero de 1632 es nombrado por el Papa Urbano VIII Asistente General. El 18 de abril de 1634 confirma de modo solemne a profesión que había hecho antes. Como Asistente General y bajo la inmediata vigilancia del Fundador, gobierna las Escuelas Pías cíe San Pantaleón; dirige la doctrina cristiana y preside la oración continua.

2. Monseñor Séneca fue uno de los tres prelados de la Visita Apostólica de 1625, ordenada por Urbano VIII en la Constitución «Militantem Ecclesiam», de 27 de marzo de 1624. En realidad la visita de San Pantaleón no se hizo hasta el 27 de octubre de 1625, y de los seis prelados nombrados sólo asistieron tres, de los cuales destaca Calasanz a Monseñor Séneca como «el más práctico de todos» (c. 72).

3. La Visita Apostólica a nuestra iglesia y casa de San Pantaleón tuvo lugar el 27 de octubre de 1625. Su motivación fue normal, pues Urbano VIII había ordenado que se visitaran todas las iglesias, monasterios y lugares piadosos de Roma. No obstante, el P. Ottonelli, Asistente General, había mandado al Papa un memorial pidiendo una visita secreta a las Escuelas Pías y una relación a Monseñor Séneca, que había de realizarla. Las quejas de Ottonelli se referían a la falta de observancia de la pobreza y al hecho de que Calasanz hubiera aceptado la dirección de Seminarios y el régimen del futuro Colegio Nazareno. Pero lo más grave era decir que Calasanz gobernaba la Orden de manera absoluta, marginando a los Asistentes, y dejándose aconsejar por otros religiosos excéntricos, como el P. Alacchi. La Visita se realizó con aparente normalidad y de ella quedó bien impresionado el Fundador. Pero el informe final no fue tan optimista. Los puntos fueron 17 en total, de los cuales diez se referían a menudencias de la iglesia de San Pantaleón y los siete restantes a cuestiones referentes al Instituto, dando prescripciones sobre los estudios dentro de la Orden (11-12); la selección de los novicios (13); la dedicación primordial a los niños pobres, dejando estudios superiores (14); prohibición de nuevas fundaciones fuera de Roma (15); admisión de niños pequeños y cuidado de los enfermos (16); celebración de Congregaciones Generales en los tiempos establecidos (17). Las quejas de Ottonelli y las prescripciones de esta Visita tenían ciertamente fundamento en la realidad, y si no tuvieron gran repercusión inmediata, su influjo se hizo sentir más tarde en la otra aciaga Visita Apostólica de Pietrasanta. En general, los historiadores han juzgado con excesivo optimismo el resultado de esta Visita de 1625 (cf. SÁNTHA, ‘Ensayos críticos’, pp. 87-98).

4. Pedro Casani de la Natividad de la B. V. M., nació en Lucca el año 1570. En su ciudad natal hizo los estudios primarios, trasladándose después a la Universidad de Pisa para cursar estudios de filosofía y medicina. En abril de 1594 ingresó en la Congregación Luquesa de la Madre de Dios y después del noviciado estudió teología en Roma, con los jesuitas. Recibió la ordenación sacerdotal el año 1600. En los años 1613-1614, junto con el Cardenal Giustiniani y Calasanz, fue el principal promotor de la unión de las Escuelas Pías con la Luquesa; y en los años 1616-1617, al frustrarse dicha unión, intervino asimismo con Calasanz en la erección de la Congregación Paulina de los Pobres de la Madre de Dios, habiendo sido el primero, después de Calasanz, en vestir el hábito, el 25 de marzo de 1617. Nombrado maestro de novicios, tuvo a su cuidado al V. Glicerio Landriani. Profesó dos veces de votos simples, a saber, el 20 de abril de 1617 en Frascati y el 1 de abril de 1619 en Narni, y asimismo otras dos veces emitió los votos solemnes, el 20 de abril de 1622 en el oratorio del Cardenal Tonti y el 7 de mayo del mismo año, junto con Calasanz, en el oratorio de nuestro Noviciado, a fin de que no quedase duda acerca de la validez de la profesión. El 28 de abril de 1622 fue nombrado Asistente General por Gregorio XV. En octubre de 1618 es enviado a Narni como Superior de la nueva fundación. Más tarde lo encontramos de nuevo en Roma. A principios de 1622 reside en la casa recién fundada de Nursia, pero el mismo año es nombrado Visitador General. Todavía en el mismo año funda las Escuelas Pías de Savona, y el año siguiente abre allí el Noviciado. Se forma entonces la provincia de Liguria a base de las tres casas existentes (Careare, Genova y Savona), y el 10 de julio de 1623 Calasanz nombra Provincial al P. Casani. Este celebra Capítulo Provincial, el primero de nuestra historia (octubre de 1623), y el año siguiente traslada el Noviciado a Genova. En septiembre de 1625 se dirige a Roma para ganar el jubileo del Año Santo, y se queda de nuevo como maestro de novicios, ocupando el puesto del P. Alacchi, que ha partido para nuevas fundaciones. El año 1626 debía haberse dirigido el P. Casani a la fundación de Viena; pero al tener que abandonarse por entonces el proyecto, Calasanz lo envía a Messina, a resolver los problemas de aquella fundación, comenzada por el P. Alacchi. Habiendo fracasado en su intento, regresa en abril de 1627 a Nápoles, donde Calasanz, que se encontraba entonces en la ciudad del Vesubio, le encarga el gobierno y consolidación de dicha fundación. En octubre de 1627 vuelve a Roma para asistir a la primera Congregación General de la Orden. Al terminar el Capítulo vuelve a Nápoles y gobierna con prudencia y acierto la provincia durante los años 1627-1631. De nuevo encontramos al P. Casani en Roma en octubre de 1631, para asistir a la reunión que se celebró en lugar del Capítulo General, que había de tenerse por haber transcurrido los nueve años para los que fueron elegidos Calasanz y sus Asistentes, capítulo que no pudo celebrarse por el peligro de peste. El P. Casani influyó en este «Capítulo» para que Calasanz fuera nombrado General vitalicio. Acabada la reunión hubo de continuar en Roma como Asistente y recibió de nuevo el cargo de maestro de novicios. A finales de 1632 se dirige a Nápoles para arreglar la situación de la provincia. El año 1633 comienza la revisión y acomodación de la Gramática de Scioppio. En abril de 1634 Calasanz le envía a Florencia y Genova, para restablecer la observancia regular en aquellas casas. Su participación en el Capítulo General, celebrado en octubre de 1637, tuvo escaso relieve. Con ocasión del viaje que debía realizar a Moravia el P. Onofre Conti, nuevo Provincial, Calasanz nombra al P. Casani Comisario General para esta provincia, el 10 de abril de 1638. La estancia del P. Casani en Moravia fue altamente positiva en todos los órdenes, si se exceptúa tal vez su repugnancia en afrontar los problemas de gobierno, hasta el punto de no querer asistir al Capítulo de 1640 y de rehusar el cargo de Vicario General de la Orden, que le ofreció Calasanz. El año 1641 hubo de volver a Roma para asistir al Capítulo General, en el que tampoco desempeñó un papel importante; cinco meses más tarde llegó incluso a renunciar a su cargo de Asistente General, aunque no le fue aceptada la renuncia. En los difíciles años que siguieron, el P. Casani sobrellevó, al lado de Calasan, el terrible calvario que hubo que recorrer la Orden; con el Santo, fue conducido al Santo Oficio (agosto de 1642), tuvo que sufrir, durante el trienio 1643-1646, las incomodidades y humillaciones de la Visita Apostólica y la deposición definitiva de su cargo. Habiendo soportado con paciencia y fortaleza heroicas tantas pruebas y habiendo luchado por la Orden después de la reducción inocenciana, murió el 17 de octubre de 1647, a la edad de 77 años, con fama de santidad. Su proceso de beatificación fue incoado a principios de este siglo y promovido con eficacia durante el generalato del P. Tomás Viñas (cf. ES, I, 118-1).

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