ESCRITOS DE SAN JOSÉ CALASANZ

Cartas copiadas del libro ¨Cartas selectas de S. José de Calasanz¨ de los PP. Severino Giner, Ángel Rodenas, Miguel Angel Asiain, Jesús María Lecesa, Luis María Bandrés (pepd) para, en agradecimiento a sus esfuerzos por acercarnos a S. José Calasanz, continuar acercándolo.

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Nombre: Alforja Calasanz
Ubicación: Valencia, Malvarrosa, Spain

martes, noviembre 24, 2009

Roma, 14 de febrero de 1626

S. José Calasanz
AL P. MELCHOR ALACCHI. (1) Mesina.
P392

Esta semana he recibido dos fajos de cartas: en uno de ellos venía una carta del Ilmo. Senado para Francisco Radice (2) y otras dos para el Ilmo. Sr. Cardenal Barberino (3) y la Sagrada Congregación de Obispos Regulares, las cuales las cogió en seguida el Sr. Francisco Radice y se fue a cumplir el encargo con mucha diligencia. En el otro fajo he recibido las copias de las mencionadas cartas. Espero que se superen todas las dificultades; el Sr. Vicario podría solucionarlas ahí mismo, como hizo en Génova el Vicario General, dado que el decreto Apostólico (4) dice que se llamen a los otros religiosos mendicantes, o bien el mismo Ordinario de ahí, ya que sin perjuicio de las otras Religiones puede estar también la nueva que se quiere introducir. En Génova hicieron de testigos el Sr. Marcantonio Doria, (5) el Sr. Santiago Saluzzi (6) y el Sr. Juan Esteban Nicolás Spínola (7) y así fue introducida en Génova nuestra Religión hace dos años. Envío también la carta del Doge (8) y Senado, que me escribieron para que mandara a dos de nuestros Padres a un pueblo de dicha República, para que se vea que no sólo en Génova, sino también en otras muchas ciudades y pueblos de la Señoría quisieran nuestro Instituto; de todas ellas he tenido cartas y grandes instancias.

Respecto a haber sido yo jesuíta o de otra Religión es muy falso, pues llegué a Roma hace ya 35 años o poco más o siendo cura secular y he seguido siempre con dicho hábito hasta que Pablo V de feliz memoria nos concedió el hábito que llevamos, que fue en el año 1617. Es cierto que yo le di nuestro hábito a un tal Valmarrana, (9) que había sido jesuíta, y lo hice por instancia y orden del Sr. Cardenal Giustiniano, (10) nuestro Protector, y luego no pareciéndome adecuado a nuestra humildad y bajeza, lo despedí, y desde entonces no he querido vestir a nadie más por muchas razones, aunque muchos me lo han pedido.

Me gusta que haya vestido a ese sacerdote de unos 40 años pues, si sabe entrar por el camino de la santa simplicidad será de grandísima utilidad para el prójimo, y ojalá el Señor se complazca pronto en inspirar a otros que sean aptos para este santo Instituto. Diga a los novicios que salieron de Roma que me escriban dos líneas cada uno en una misma carta, y que todos rueguen a Dios por mí, que hace ya nueve días que estoy en cama por molestias del hígado, pero sin fiebre por gracia del Señor.

Si puedo mandaré esta semana las tres o cuatro cartas de agradecimiento y, si no lo haré la semana siguiente. El Señor nos bendiga a todos. Amen.

Roma 14 de enero de 1626.

Notas


1. Melchor de Todos los Santos, en el siglo Melchor Alacchi, que nació en Naro (Sicilia) en 1591. Ya de niño se mostró fervoroso y hábil para el estudio, por lo que su padre le permitió tomar el hábito clerical y recibir las cuatro órdenes menores. Pero no quiso que fuera más adelante y por ello le mandó a estudiar derecho a Catania y allí el 11 de febrero de 1611 sin cumplir aún los 26 años fue declarado doctor. Movido por el deseo de ser sacerdote fue a Roma a finales de 1620 o comienzos de 1621. En la ciudad eterna conoció las Escuelas Pías cuyo hábito vistió el 1 de mayo de 1621. Emitió los Votos simples el 14 de julio de 1622 y poco después fue ordenado sacerdote. Los votos solemnes los emitió el 13 de abril de 1624. Entre los años 1623- 1625 lo encontramos en Roma maestro de novicios, llevándolos con gran celo y austeridad. Pero ya desde estos años comienza a mostrar ciertas rarezas, sea con los novicios como con los superiores. En octubre de 1625 es enviado a Sicilia con la facultad de abrir nuevas casas y de vestir novicios (cf. ES, II, 8-1). Enviado por Calasanz a Sicilia se pone en camino con el P. Ansaldo Lenzi de la Visitación y diez novicios; es recibido amigablemente en Nápoles por el Marqués de Belmonte, D. Carlos Tapia. Ambos piensan en introducir las Escuelas Pías en Nápoles, pero tienen que dejarlo debido a la oposición manifiesta del Cardenal Dedo Caraffa, Arzobispo de aquella ciudad. Se pone en camino hacia Messina e, impedido de llegar a Palermo por la peste que hay, trata de fundar en Messina una casa en contra de la oposición de los Jesuitas y Mendicantes; tiene que desistir de su empresa y dejando en casa de D. Andrés Patri al P. Ansaldo de la Visitación y a siete novicios, vuelve con los tres restantes a Nápoles (cf. ES, II, 8-1).

2. No poseemos datos precisos sobre este personaje, el cual residía ciertamente en Roma y estaba interesado por la fundación de las Escuelas Pías en Messina, como puede verse también en las cc. 94 y 97.

3. Antonio Barberini el Viejo, Cardenal de San Onofre, fue un severo asceta. Hermano mayor de Urbano VIII y capuchino, cuando en 1623 lo llamó el papa a Roma fue caminando con gran alegría del hermano Papa. No quería acceder a la púrpura cardenalicia. Aún después de recibir esa dignidad vivió muy sencillamente. Los que en la corte tenían sentimientos mundanos se reían de él por su modestia y sencillez. Sus rentas las empleaba en obras de piedad y beneficencia. Había nacido en 1569 y murió en 1646.

4 El decreto es de Clemente VIII (cf. BuIl. Rom., t. XI, pp. 21-22).

5 Probablemente se trata del Marqués Marcos Antonio Doria, Príncipe de Agni por concesión de Felipe IV, Rey de España; suyo era también el Ducado de Éboli. Una hija suya Dª. Victoria Doria, pidió a Calasanz una fundación para su Marquesado de Elma. Dicha fundación no tuvo éxito (cf. ES, II, 983-1).

6. Este caballero intervino positivamente en la fundación de las Escuelas Pías en Génova, el año 1624.

7. Se trata probablemente del padre del P. Juan Esteban Spínola de la Madre de Dios (cf. c. 79, nota 3).

8. El Doge era D. Jacobo Lomellini, perteneciente a una rica familia genovesa de mercaderes, grandes bienhechores de las Escuelas Pías de Génova.

9. Olderico Valmerana o Valmarrana había sido jesuíta y fue también escolapio, mostrándose de ingenio y buenas costumbres. En el Seminario de Magliano enseñó con mucho éxito retórica y poética. Calasanz le encomendó en 1618 hallándose en Magliano, componer en verso heroico todo el Antiguo Testamento para que sirviera en las Escuelas en sustitución de la Eneida de Virgilio. La obra fue comenzada y se dieron a la imprenta dos volúmenes en Viena, dedicado el primero de ellos a Urbano VIII y el segundo a Fernando, Emperador de Austria (cr. ES, I, p.931, notas 1-2; p. 392, nota; SÁNTHA, BAC, p. 507).

10. Al morir el primer Cardenal Protector de las Escuelas Pías, Ludovico Torres (1609), a petición de Calasanz fue nombrado para continuar el oficio el Cardenal B. Giustiniani en 1613. Y como tal Protector intervino, por iniciativa suya o por la de Calasanz, en la unión de las Escuelas Pías con la Congregación Luquesa (1614). Y ante las dificul¬tades experimentadas durante el período de dicha unión, interviene ante Pablo V para que se separen y para que las Escuelas Pías sean elevadas a Congregación de votos simples (1617). El 25 de marzo de 1617, en la capilla de su palacio impuso el nuevo hábito escolapio al Fundador, pagando de su bolsillo los gastos del hábito y de los 14 más que impuso a sus compañeros el Fundador en la capilla de S. Pantaleón el mismo día. En febrero de 1618 murió el Ven. Glicerio Landriani y con dispensa ponti¬ficia el Cardenal Giustiniani recibió su profesión religiosa en el lecho de muerte. En marzo, al cumplirse apenas el año de noviciado, el mismo Cardenal consiguió de Pablo V nueva dispensa del segundo año de noviciado para el Fundador y recibió su profesión simple. Por aquellas fechas pidió y obtuvo de Calasanz la fundación de las Escuelas Pías en Narni, ciudad-feudo de Giustiniani, y ante los escrúpulos de Calasanz por la prohibición impuesta por el Papa de fundaciones escolapias más allá de las 20 millas en torno a Roma, el Cardenal obtuvo la relativa dispensa del Papa. A finales de octubre de 1620 el Cardenal Giustiniani mandó a Calasanz que se retirara a Narni para redactar las Constituciones de la Congregación, y allí permaneció ocupado en esa tarea hasta el 17 de febrero de 1621. A mediados del mes de marzo, por manos de Giustiniani, presentó el Fundador al recién elegido Papa Gregorio XV las Constitu¬ciones con un memorial en que suplicaba la elevación de las Escuelas Pías a Religión de votos solemnes con palabras algo imprecisas. Fue el último gran servicio hecho por Giustiniani a sus protegidas Escuelas Pías, pues el 27 del mismo mes y año murió, dejándoles un legado de dos mil escudos para sufragar deudas.

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