ESCRITOS DE SAN JOSÉ CALASANZ

Cartas copiadas del libro ¨Cartas selectas de S. José de Calasanz¨ de los PP. Severino Giner, Ángel Rodenas, Miguel Angel Asiain, Jesús María Lecesa, Luis María Bandrés (pepd) para, en agradecimiento a sus esfuerzos por acercarnos a S. José Calasanz, continuar acercándolo.

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martes, febrero 23, 2010

Roma, 3 de mayo de 1626

S. José Calasanz
Al P. JUAN GARCÍA. (1) Frascati.
P 4I3

Siento mucho que el Sr. lugarteniente de Monseñor Maestro de Cámara (2) haya estado aquí en las escuelas y no me€ haya hablado, pues yo deseaba mucho hablarle para volver a desterrar el ocio y el juego de los muchachos de Frascati como solían hacer en los primeros años en que no había más escuelas que la nuestra. Pero espero que el Señor me dé salud para poder ir a verle. Fue mucho el descuido de nuestro portero, a no ser que fuera algún otro Hermano poco práctico en la portería, pues yo suelo hacer subir a mi cuarto a los que quieren hablarme apenas se me da el recado. Esta mañana pienso levantarme de la cama para oír Misa en el oratorio. Estos médicos no acaban de curarme el pequeño tumor que tengo en el tobillo del pie derecho y dudo en quedarme siempre así, pues hace ya más de tres meses que están intentando curarlo y no lo han conseguido a pesar de los muchos remedios que han empleado. Todo sea para mayor gloria del Señor.

Procure que la fiesta (3) se celebre con gran devoción y que los alumnos que son de comunión comulguen y los pequeños que se confiesen, como espero que habrán hecho otras veces.

El Sr. Vicente, carpintero llegará ahí esta tarde o mañana y daré órdenes para que se le lleven algunas herramientas que han quedado aquí para que pueda terminar algunas cosas necesarias para la casa.

Creo que las escuelas de latín van bien, pues si los maestros trabajan con la diligencia que deben, son muy capaces para muchos más alumnos. Y lo mismo el escribir y el ábaco. Falta que V.R. ponga diligencia en visitar las escuelas con frecuencia procurando que los alumnos no falten a clase, pues así sacarán sin duda mayor provecho.

He recibido una carta de su primo canónigo de Segovia a en que dice que la pequeña entrada que él muestra que hay de sus beneficios es necesaria para la sobrina y para el niño del que no dice si tiene ya edad para poder obtener beneficios, pero no debe tenerla porque dice que está ahora aprendiendo a declinar y conjugar. La carta va con Ia presente para que le responda y yo la mandaré por correo. Y no ocurriéndoseme nada más, ruego al Señor que nos bendiga a todos. Amen. Roma, 3 de mayo de 1626.


Notas

1 Juan de Jesús María, en el siglo Juan García de Castillo, nacido en Lugar del Soto (Segovia), se unió a las Escuelas Pías de San Pantaleón en abril de 1611 e hizo allí de maestro, confesor y ecónomo. En 1617 recibe el hábito de manos de Calasanz pero sin que tenga valor jurídico, ya que el P. Castilla no se encontraba preparado para dejar algunos beneficios eclesiásticos que poseía en España. Estando en semejante si¬tuación, pese a todo, llegó a ser durante algún tiempo Superior de Frascati desde 1626 a 1631. Por fin, el 12 cíe diciembre de 1631 ingresa oficialmente en el noviciado y el 12 de enero de 1632 es nombrado por el Papa Urbano VIII Asistente General. El 18 de abril de 1634 confirma de modo solemne a profesión que había hecho antes. Como Asistente General y bajo la inmediata vigilancia del Fundador, gobierna las Escuelas Pías cíe San Pantaleón; dirige la doctrina cristiana y preside la oración continua.

2 Monseñor Angel Giori, que por entonces debió ser el Preceptor de los Nepotes Barberini. Era natural de Camerino. Fue creado Cardenal por Urbano VIII el 13 de agosto de 1641y murió en Roma el 8 de agosto de 1662 (cf. ‘Hier. Cath.’, IV, p. 26).

3 Debe referirse seguramente a la fiesta de la Virgen, que Calasanz mandaba celebrar todos los años en Frascati (cf. c. 46, nota 4 y c. 77, nota 2).

4 Pablo V concedió al P. Juan Castilla, todavía no escolapio, la mitad de una canonjía de la catedral de Segovia, vacante por la muerte de Martín López, cuyos beneficios no pasaban de 50 ducados de oro. Lo cual nos hace sospechar que se trata de la persona con quien compartía el beneficio catedralicio (cf. Eph. CaI. 2 [1961] 52-53).

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